China, en los últimos tiempos, está dejando bastante clara una postura muy beligerante con los criptoactivos, sean estos criptomonedas o NFT. No diré que es el país más reacio a los mismos, pues algunos han prohibido por completo el uso de los mismos, pero sí que forma parte de los que podemos considerar más alineados con las posturas que abogan por regulaciones tan estrictas que, en la práctica, están cerrando por completo el mercado.
Que China ha tenido problemas por las criptomonedas, o para ser más exactos con la minería, es algo indiscutible. En algunas regiones del gigante asiático en los que el precio de la electricidad está fuertemente subvencionado proliferaron, en el pasado, una gran cantidad de granjas que aprovechaban esas tarifas tan bajas. A su alrededor se generó un ecosistema de proveedores de hardware y demás servicios que, durante algunos años, han sido uno de los principales motores económicos de dichas regiones.
Los verdaderos motivos de China para oponerse a los NFT y los criptoactivos
El problema era el alto coste energético y, a partir de cierto momento, que el volumen de demanda impedía a dichas regiones cumplir los límites de emisiones marcados por Pekín, debido al enorme volumen de carbón que era necesario emplear en las centrales térmicas para satisfacer la demanda. Tras emitir varios avisos en este sentido, las autoridades empezaron a actuar para acabar con dichas granjas, provocando un éxodo de sus responsables.
Esto, como mencionábamos anteriormente, y en base a dichas razones, puede parecer comprensible, pero al hablar de las motivaciones que llevaron a las autoridades chinas a actuar en este sentido falta por mencionar un punto importante, y es que un modelo descentralizado como el que propone todo el ecosistema de las cadenas de bloques no encaja con el perfil de gobernanza del país, en el que la centralización es un elemento imprescindible para llevar un estricto control sobre su ciudadanía. El modelo orwelliano y la descentralización no tienen buen encaje.
Como se indicaba antes, en muchos casos China no prohíbe directamente operar con criptoactivos y NFT, pero los regula de una manera tan excesiva que, de facto, está condenando dichos mercados a la inactividad absoluta. En el caso de los NFT ya vimos, entre mitades del año pasado y principios de este año, como nuevas regulaciones llevaron a gran parte de los agentes abandonaran este mercado en China. Hasta ahora resistía Huanhe, del gupo Tencent, pero según hemos sabido recientemente por la Agencia Reuters, la tecnológica finalmente ha decidido detener las ventas de estos activos digitales en China.
Puertas al campo
China es, no lo olvidemos, la segunda mayor economía del mundo, solo por detrás de la de Estados Unidos. Una posición a la que ha logrado ascender tras décadas de crecimiento pero que, en los últimos años, no ha sido capaz de mantener las tasas de crecimiento de finales del siglo pasado y de la primera década del actual. Es cierto que las previsiones a medio plazo son positivas, pero en una economía en la que el crecimiento de doble dígito era lo común, ya hemos visto años en los que esto no ha ocurrido, y lo mismo ocurrirá, según muchas previsiones, en los próximos años.
La economía china sigue siendo competitiva, pero menos, y esto dificulta uno de sus principales objetivos desde hace años, adelantar a Estados Unidos y convertirse en la mayor economía del planeta. Un objetivo legítimo, esto es indiscutible, pero en el que su naturaleza, extremadamente reguladora y centralizada, juega en contra, y podría terminar pasando factura a medio plazo, que es cuando se estima que podía alcanzar a Estados Unidos, en algún momento entre el final de esta década y el principio de la siguiente.
El mercado de los criptoactivos y NFT camina hacia su madurez. Es cierto que recientemente ha experimentado uno de sus momentos más complicados, pero tiene mucho sentido ver el criptoinvierno como un movimiento autoregulatorio del mismo. Poco a poco se van estableciendo valores y referencias que construyen los cimientos de un nuevo ecosistema económico-financiero llamado a protagonizar algunos cambios realmente disruptivos.
El problema para China es que gran parte del resto del mundo está trabajando para establecer regulaciones razonables (más o menos, según el caso, pero que no cierran el mercado), asumiendo de este modo la revolución que está por llegar y sumándose a la misma. China, sin embargo, adopta un rol tan incomprensible hoy en día como lo habría sido cerrarse a la revolución fintech nacida hace algo más de una década.
China es uno de los países que ejercen un mayor control sobre el uso de Internet que hacen sus ciudadanos, especialmente desde 2015, momento en el que el Great Cannon sustituyó al Great Firewall. Sin embargo, parte de sus ciudadanos es capaz de encontrar la manera de eludir los controles y la censura. ¿Será distinto con los criptoactivos y NFT? No parece probable, pero condenarlos a ser una economía sumergida supondrá un gran lastre para su evolución y, adicionalmente, impedirá al país y a su economía beneficiarse de todo lo que puede aportar un mercado regulado pero flexible de criptoactivos.
