En los últimos días se ha armado un buen revuelo por la propuesta de WorldCoin. El último negocio de OpenAI se ha instalado en varios centro comerciales en España con el objetivo de canjear información de los iris de los visitantes por tokens y criptomonedas. El debate está servido.
El último negocio de Sam Altman, creador de famoso ChatGPT ha vuelto a llevar a la palestra la combinación de tecnologías como el blockchain, las cripto y la biometría. Todo en un beneficio que no queda del todo claro.
A partir del escaneo del iris, los usuarios pueden obtener un cantidad digital en tokens o criptomonedas. El precio pagado por la información biométrica puede variar dependiendo de las acciones realizadas; oscila entre los 30 y 200 euros.
La venta del iris se puede traducir en el pago de criptomonedas de la casa, canjearlo por otras criptomonedas o sacarlo en cajeros especializados.
Un negocio a legal
El negocio de WorldCoin es el siguiente. Al escanear el iris, se crea un código, de modo que el individuo se convierte en una identidad digital (World ID) en la aplicación.
Aunque la startup asegura que tan solo es una estrategia de promoción de la criptomoneda por parte de la empresa, lo cierto es que la compañía aprovecha la novedad para quedarse con los datos biométricos de las personas. Además, en sus cláusulas asegura que puede compartir los datos con terceros, lo que abre la veda a no sabemos qué en un futuro.
Ante esta iniciativa, que se está llevando a cabo no solo en España sino en otros muchos países, David Higgins, senior director Field Technology Office at CyberArk, afirma que:
“La principal preocupación en torno a los datos biométricos no se deriva de los métodos de almacenamiento o autenticación empleados, sino de la permanencia en el tiempo de los propios datos biométricos. A diferencia de las contraseñas, que pueden cambiarse para prevenir ciberataques, los datos biométricos no pueden cambiarse ni modificarse. Los ojos, la cara o las huellas dactilares están intrínsecamente ligados a la identidad de forma indefinida, por lo que si son robados serán siempre una amenaza constante para la propia identidad. Por eso, cualquier robo que afecte a los datos biométricos representa, sin duda, un objetivo muy atractivo para los ciberdelincuentes”.
Por lo pronto, el almacenamiento de información del iris ha causado revuelo y planteamiento legales. En algunos países como Francia o Brasil directamente se ha prohibido realizar esta práctica. Motivo por el cual la compañía ha tenido que abandonar esos países ya que, como ha asegurado, no le dejan trabajar.
En España, por el contrario, la Agencia Española de Protección de Datos está estudiando la legalidad de esta práctica. El vacío legal existente hace que la cuestión todavía no esté reglada de ninguna manera.
